sábado, 7 de noviembre de 2009

Las apariencias engañan



Hola; bienvenidos, amigos y amigas, a la nave de lo inesperado. Una noche más os invito a conocer detalles sobre mi vida y hoy quiero hablaros de la amistad. ¿Qué es la amistad? Según la Real Academia Española (RAE), la amistad es "Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.". Pero, ¿realmente la amistad es eso? ¿Es algo desinteresado? No... La amistad es el mutuo acuerdo de una persona que siempre puede contar con la otra pero a cambio de algo. A quién no le ha pasado que un día te llama un amigo o amiga y te dice: "¿Quedamos para dar una vuelta?" y que por lo que sea a ti no te apetece y tu amig@ responde: "Vengaa... recuerda que aquel día que no tenía ganas fui yo". ¡Ahh! Ahí está el contrato. Debes hacer algo por un amigo para que luego él te lo devuelva. La amistad no es nada más que eso. Tal vez tienes suerte y te toca un gran amigo, ese amigo que hace lo que sea por ti y que nunca te pide nada a cambio. Eso es tener suerte. Mucha suerte. Pero yo quiero hablaros hoy de esos amigos... raros. Esos amigos que en un principio pensaste "ese no va con mi estilo" y que por cosas de la vida habéis acabado siendo amigos. Ese amigo que os ha llegado incluso a cambiar un poco. Pues ese es mi caso. Yo tengo un amigo que hasta hace nada no tenía internet porque se le había roto. Anteriormente ya éramos amigos, ehh. Salíamos, hablábamos, quedábamos... pero nada del otro mundo. Un día este amigo sin internet comenzó a venir a mi casa. Yo encantado. Hablábamos, cenábamos una pizza, jugábamos a la consola, chateábamos... De todo. Pero un día le devolvieron el internet y ya no vino más. Esto fue hace unos días y claro, me enfadé. ¿Este amigo es amigo o sólo era amigo por interés? Bueno, era amigo. Pero las apariencias engañan. Durante estos dos días que no vino, me pregunté si seguía siendo mi amigo. No me cogía al teléfono y si lo hacía era muy seco y cosas así. Hasta que hoy por la tarde me llamó. Me explicó por qué pasó todo eso; que si quería bajar, porque pasaba por delante de casa, para charlar; etc. El caso es que las apariencia engañan, porque me dejé llevar por la idea de que este amigo me quería sólo por interés y en realidad no era así. Simplemente que durante un par de días estuvo ocupado y ese par de días pensé en llamarle y mandarle a la mierda. Pero por suerte no lo hice. Yo, amigos, creo en el destino y creo que el destino quiso darle a mi amigo una segunda oportunidad que se merecía.

Así que, para finalizar mi corta entrada, os voy a dejar un mensaje: no os dejéis llevar nunca por las apariencias. Pensad, sopesad la idea y volved a pensarla. Nunca creáis algo de buenas a primeras porque un chip en vuestro cerebro os lo dice. Dad segundas oportunidades. Y no sólo a amigos, también a novios, novias, cuñados, cuñadas, primos, primas, hermanos, hermanas, madres, padres... Dad segundas oportunidades porque esa segunda oportunidad puede que os haga ver que estábais equivocados y que vuestra cabeza os ha jugado una mala pasada.


Buenas noches, y buena suerte :)

2 comentarios:

  1. Ya sabes que me gusta lo que escribes aunque no me comentes a mi ¬¬

    ResponderEliminar
  2. A mi no solo me gustó esta entrada, sinó que me hizo pensar bastante, especialmente en mis amigos y yo creo que ya he dado demasiadas segundas oportunidades aunque siempre pasa lo mismo. En fin. xD

    (Ya sabes) 8)

    ResponderEliminar